Subida a la Collada de Anciles
Salimos
del pueblo por el Callejón y llegamos a las Veredas desde donde
tomamos el camino que enfila directamente a la peña Las Pintas.
Pasamos por debajo de la peña de Barmiguel
y siguiendo el camino llegaremos a unas portilleras
que dejaremos en la misma
posición en que las encontramos. Es un buen momento para entretenernos a
contemplar el paisaje. Bajo nosotros se encuentran las tierras del Jano. Ese es
el
lugar donde el tío Antonio se encontró con el oso. Quien desconozca lo que
ocurrió y esté interesado en saberlo puede informarse pinchando
aquí.
Al otro lado del valle se encuentra la peña del
Castro, las Borias, el Jano los Escalones, la Paloma, y un largo etcétera de
nombres que iremos desgranando en próximos paseos por nuestros incomparables
paisajes.
Desde este mismo lugar, si miramos hacia atrás, entreveremos el lugar de partida y alguno de los tejados de Salamón que permanece prácticamente oculto por las hojas de los árboles que rodean el camino que seguimos.
Continuaremos
nuestro paseo, siempre en ligera ascensión bordeando el monte de hayas de
las Pintas.
Tras pasar la Fuente La Concha llegaremos al
arroyo que baja de la Fuente de los
Pastores. Baja más veces seco que con agua pero también ha habido veces de
no poder vadearse de la cantidad de agua que llevaba. Aquí empieza la prueba
definitiva para nuestras piernas y pulmones llenos de alquitranes. En primer
lugar está la subida a Cotorredondo para ir entrando en calor.
Una
vez que lleguemos a Cotorredondo encontraremos los restos de la cerca de un
antiguo chozo en el que las piedras que enmarcaban la puerta guardan un pequeño
jardín botánico. Desde la puerta del chozo podemos ver todo valle tal como lo
verían hace muchos años
sus antiguos moradores. En primer lugar Salamón y al fondo Valbuena del Roblo.
Pero, aunque la vista nos embargue de emoción,
nuestro destino está aún más arriba y
hemos
de continuar el camino. Comienza el segundo tramo de subida que nos llevará
hasta la Fuente de los Pastores. Tiene aún más pendiente que el anterior pero
como ya nos hemos calentado no hay cuesta que se nos ponga por delante y lo
vamos a subir a la carrera para demostrarnos que aún tenemos la agilidad de
aquellos lejanos tiempos cuando competíamos con nuestros vecinos para ver quién
subía a la Collada en menos tiempo.
Al
límite del colapso cardiorrespiratorio llegamos justo a tiempo de ver un grupo
de rebecos huir por los
lisos de encima del chozo ante nuestra inesperada llegada o quizá
asustados por nuestros resoplidos de fatiga. Desde luego es increíble la
agilidad y destreza con que se mueven sobre sitios que nos parecen
imposibles.
Finalmente nuestros esfuerzos se ven compensados
y poodemos llegar hasta la nueva
caseta
que nos ha construído Medio Ambiente. Únicamente deseo que dure la mitad de lo
que duró el último chozo, pero me temo que, dados los antecedentes, va a ser muy
difícil. Después de beber agua, comer el bocadillo, y solazarnos con las vistas
tenemos
al alcance de la mano nuestro destino. Nos queda otra pequeña ascensión para
llegar al famoso Colladico González..
Pero ya no hay quien nos pare y nuestras piernas nos llevan más alto, más lejos, más fuertes que nunca continuando el camino en dirección a la collada de Anciles donde encontramos