Martino documenta el origen de
la Reconquista en la zona leonesa de Picos
Dice la cita inicial del
último libro de Eutimio Martino: «El escudero de
Pelayo dormía con los ojos abiertos (Dicho
lebaniego)». El propio Martino lleva años durmiendo
con los ojos abiertos detrás de una investigación
que le ha llevado años, el origen de la Reconquista,
pues como le ha ocurrido tantas veces se encontraba
con que sus investigaciones desembocaban en una
realidad muy diferente a la que se ha dado por
oficial durante siglos. El origen no fue Covadonga.
Parecía extraño pues se trataba casi de un dogma
pero todos los caminos conducían a ello, el origen
estaba en Picos y el camino recorrido por las tropas
atravesó la provincia de León. Todo ello lo
documenta en un libro que acaba de ver la luz: 'La
rebelión de Pelayo'.
Tradición oral. En la cita inicial también existe
otra clave de su trabajo, la importancia de la
tradición oral y en Liebana y Valdeón «existe una
gran tradición con este tema, allí los más viejos
siguen afirmando que Pelayo se defendió allí, aunque
no estuviera escrito. No se pueden despreciar estas
cosas, hay que estudiar las leyes de la transmisión
oral, es trabajo de campo, que aquí te piden
documentos de todo y no todo son documentos. Se lo
han dicho en la Facultad y ya está, documentos por
encima del sentido común».
Ahí aparece 'el sentido común', otra de las patas
sobre las que Martino sustenta todos sus trabajos.
«Es que es fundamental. Leyendo la Crónica de la
Reconquista veo que dice que el 'río Pianonia venía
desbordado y Pelayo sin abandonar su caballo pasó a
la otra orilla. Voy al terreno y allí cualquiera ve
que sería una locura intentar atravesarlo y además
nos cuentan que lo cruza sin bajarse del caballo. Al
margen de que siguiendo los caminos que dice no
tenía ninguna lógica bajar hasta el río Piloña,
sería un rodeo inexplicable para atravesar un río
desbordado ¿A nadie le extraña? Lo que ocurre es que
primero se escribe la historia y luego se explica,
se la hace encajar como sea».
'La Crónica'. Tradición oral, sentido común, mucho
trabajo de campo... pero hay más, Eutimio Martino a
pesar de lo apuntado también acude a los documentos.
Es más, poca gente manejará tantos legajos como él
que «latín y griego los he aprendido desde la
escuela; leo los idiomas principales de Europa, como
francés, inglés, alemán, portugués, etc, he
investigado mucho sobre toponimia. En fin, me
defiendo en varios campos». Y así el núcleo central
de su tesis sobre la Reconquista viene del estudio y
la interpretación de «'La Crónica de Alfonso III',
en su versión Rotense, la que recoge el episodio de
Pelayo en Brece, que es el origen de la
investigación que ahora aporta cerrada en 'La
rebelión de Pelayo'».
Cree Martino que no hace falta recordar que cuando
La Crónica se refiere a «la región de los
asturienses» no se puede traducir por asturianos, ni
identificar el primitivo reino astur con la actual
provincia administrativa de Oviedo o con la región
de los Astures transmontani de la época romana. «Es
evidente que a esa región pertenecía la ciudad de
León». Pese a ello también documenta todos estos
aspectos en su libro, aunque no sea el núcleo
central de sus investigaciones, pero sí necesario
para entender lo que argumenta.
Brece y Brecín. La Crónica de Alfonso III relata que
«había sucumbido el reino godo y su capital Toledo.
Los árabes llegaron a poner prefectos en todas las
provincias, que rindieron tributo al rey invasor,
con lo que se afirmó Córdoba como nueva capital. Por
aquel tiempo, siendo prefecto en esta región de 'los
asturienses', en la ciudad de León, el llamado
Munuza, compañero de Tariq, un cierto Pelayo,
espatario de los Vitizianos y del Rey Rodrigo,
agobiado por la dominación de los ismaelitas, entró
en Asturias con su hermana». Sigue el relato
explicando que Munuza envió a Pelayo a Córdoba y
antes de que regresara se casó con su hermana
«valiéndose de cierta estratagema». A su regresó
Pelayo no consintió el matrimonio y se lanzó al plan
preconcebido para salvar a la Iglesia y Tariq envió
soldados al citado Munuza para que apresaran a
Pelayo y lo enviaran a Córdoba encadenado.
En ese punto es cuando el relato dice que «se
disponían a detenerlo por engaño en una aldea
llamaba Brece cuando le fue comunicado a Pelayo, por
un amigo, el intento de los muslimes (árabes) (...)
pero, como los sarracenos eran más en número, viendo
Pelayo que no podía resistirles, primero saliendo
lentamente de entre ellos y luego a la carrera,
llegó a la orilla del río Pianonia, el cual encontró
en llena y fuera de madre. No obstante, valiéndose
de un apoyo para sobrenadar y sin abandonar su
caballo, alcanzó la otra orilla y ascendió a un
monte; los sarracenos dejaron de perseguirle».
En este pasaje se multiplican las dudas de Martino.
Se trasladó hasta el Río Piloña (Pianonia de La
Crónica), buscó Brece, que no existe y comprobó como
los estudiosos lo habían sustituido por Brecín, a 30
kilómetros de Covadonga. «Nada encajaba. El Piloña
no lo atraviesa crecido y a caballo nadie, ni Pelayo
ni nadie, es ilógico que bajara a este río desde
Brecín, no tiene ningún sentido. Sin embargo, hay un
Brez en Picos, un río Belondio, que bien puede ser
el Pianonia... Acababa de encontrar el hilo».
La imposibilidad de explicar la batalla en
Covadonga con lógica hizo aparecer la creencia del
mito
Martino ya había encontrado el hilo. La Crónica de
Alfonso III tenía una complicada adecuación a la
realidad en Asturias pero encontraba en la zona
leonesa y cántabra de Picos de Europa un evidente
acomodo. «Yo empecé a pensar que ocurría con
Pianonia lo mismo que en la conquista de Cantabria,
que salía un río Minio y rápidamente se dijo que era
el Miño, ¿Y Medulio? de la que también se hablaba y
rápidamente se afirmó que se trataba de Las Médulas
¿Que no están junto al Miño? Bueno, están junto al
Sil. Es de risa. No y no, hay que hacer verosímil la
historia, tiene que ser viable sobre el terreno y no
puedo dar por bueno que lo que ocurre es que Pelayo
sería un masoquista que va buscando tormentos y
siguiendo los caminos más inapropiados desde el
punto des vista estratégico, de guerrero. Es cierto
que Pianonia da fácil Pilonnia y ésta puede dar
Piloña, pero yo digo y demuestro y explico en el
libro, con documentos de la zona que también puede
dar Belondio y ese dato aporta el principio de la
solución pues éste es un río de Liébana, que está en
la raíz misma de los Picos de Europa». Y muy cerca
esta Brez... todo encaja.
Surge la siguiente pregunta ¿Y Covadonga? ¿Fue un
mito? «Entonces reparas que hay teorías que sugieren
que Pelayo y Covadonga fueron un mito, a lo más,
hacen la gracia de que sea un mito necesario. En el
otro extremo estaría la épica de las cifras de
muertos árabes y la oratoria del obispo Oppas aupado
enfrente a la cueva».
Martino vuelve a tirar de lógica y se muestra
convencido de que hay un camino intermedio que
justifique que «la marea de la invasión árabe
retrocediese de la Peña de Pelayo son acudir a la
mitología sino a la lógica».
Y de nuevo encuentra que en el marco de Picos se
interpreta mucho mejor La Crónica de Alfonso III.
«Los accesos a Picos, donde estaría Pelayo, después
de que el ejército haya llegado a tierras de León
(por Sahagún o por Astorga) confluirían en Riaño,
bien sea por el Esla o por el Cea. Por cualquier
lugar le daría tiempo a Pelayo 'a hacer sonar su
cuerno de caza y guerra' y movilizar a sus gentes».
También en esta zona documenta Martino la Peña de
Pelayo y, sobre todo, hace verosímil la explicación
a medio camino entre la batalla descomunal e ingenua
de los épicos o la simple escaramuza de los críticos
partidarios de que todo es un mito, una leyenda.
«Resulta ilógico pensar que un destacamento que
viene desde Córdoba a seguir a un insurrecto llega a
su reducto y a la primera galopada desiste y se va
y, más aún, no vuelve más. No parece creíble si
fuera en la zona de Piloña. Lo que pasa es que en
los Picos de Europa no se pueden meter, porque allí
da igual que venga un destacamento de miles de
soldados pues llegan a las gargantas elegidas por
Pelayo y no entran más de unas centenas, aquellos
tremendos desfiladeros ofrecen un lugar privilegiado
para Pelayo y los suyos». Añade Martino que, además,
no se trata de una estrategia nueva ni desconocida.
«Ya decía Ambrosio de Morales que Pelayo, recordando
que allí habían hecho resistencia los antiguos a los
romanos pensó que era el lugar ideal. Es la misma
lógica de la batalla del romano Augusto contra los
cántabros y la misma estrategia».
Son solamente algunos apuntes del aluvión de
argumentos que Eutimio Martino esgrime en 'La
rebelión de Pelayo'. Hay muchos más en las páginas
de este libro en el que el investigador leonés
vuelve a saltar a la palestra con alguna teoría
novedosa. Nada nuevo. «Cuando afirmé que León era
anterior a la Legio VII hubo gente que me llamó de
todo, casi pidieron que fuera expulsado de León.
Unos años después fueron ellos los que daban
conferencias sobre el origen anterior a la Legio VII
y siempre se les olvidó decir que Eutimio Martino ya
lo había dicho unos cuantos años antes».