EL MUNDO DE LAS ABEJAS |
¡Hola!. Me llamo Zenón y soy un joven zángano que vivo en una colmena en el tronco hueco de un roble de Los Colladines, en Salamón. Salí del huevo hace 12 días y hoy he aprendido a volar y he salido por primera vez al mundo exterior donde he descubierto a los humanos. Aunque mis compañeros me dicen que somos enemigos porque os apropiáis de nuestra la miel, a mí me gustaría explicaros cómo es la vida en mi colmena para que conozcáis un poco más sobre nuestra organización y nuestro trabajo dentro y fuera de la colonia. Durante este verano estamos conviviendo en la colmena, juntos y revueltos, unas 40.000 abejas, 5.000 zánganos y una reina. Nuestra reina se llama Nenúfar III, vive en la celda real o maestril y es la madre de todas las abejas y de algunos de los zánganos de la colmena.. Es bastante vieja porque ya ha cumplido los 3 años. Su vida es muy monótona. Cuando tenía 15 días de vida salió de la colmena para aparearse con una decena de zánganos y desde entonces no ha parado de poner huevos fecundados. Cada día pone alrededor de 3.000 huevos en las celdillas de los panales, salvo cuando hace mucho frío o no tenemos suficiente alimento o no hay más sitio para ponerlos. La reina es una hembra perfecta. De sus huevos nacen las abejas. Éstas abejas a su vez son hembras imperfectas, ya que, aunque pueden poner huevos, no pueden ser fecundadas, por lo que de sus huevos sólo nacemos zánganos. Ahora, después de 3 años, nuestra reina está perdiendo su capacidad reproductiva y muchos de los huevos que pone están también sin fecundar, naciendo muchos zánganos, por lo que dentro de poco deberá ser sustituida para que la colmena pueda seguir evolucionando. La reina come durante toda su vida jalea real, mientras que a los demás sólo nos dan ese manjar los 3 primeros días de vida. Después tenemos que conformarnos con una mezcla de miel, polen y agua. El motivo es que la jalea real potencia la actividad reproductiva y esa función está reservada a la reina. Si todos comiéramos jalea real se nos podría la lívido por las nubes y la colmena sería un desmadre. Por eso nos la tienen prohibida. La jalea real es elaborada por las obreras jóvenes, de menos de 12 días de edad, que son las que tienen el privilegio de alimentar a la reina. La reina a su vez, produce continuamente una sustancia (feromona) que es recogida por esas mismas abejas jóvenes y distribuida al resto de habitantes de la colmena, de boca en boca, siendo ésta la forma de saber que la reina está en la colmena, manteniendo con ello la tranquilidad de todos sus habitantes. De vez en cuando, de algunos de los huevos que pone la Reina nacen otras reinas. El problema es que en cada colmena sólo puede existir una reina y ésto provoca una situación muy embarazosa. Aunque durante el invierno la reina madre conviva con alguna de las reinas hijas en la misma colmena, llegado el buen tiempo la madre comunica a las hijas que deben dejar de gorronear y buscarse la vida fuera de la colmena. Algunas buenas hijas se van sin discutir. Otras hijas rebeldes se niegan a abandonar el hogar materno y se entabla una lucha entre madre e hija de la que sale una vencedora que quedará como reina de la colmena, teniendo que irse la perdedora, que bien puede ser la madre ya que la hija es más joven y fuerte. En ocasiones puede llegar a producirse la muerte de una de ellas durante la lucha. Cada reina que abandona la colmena se lleva consigo un buen número de abejas obreras, que forman un “enjambre”, para fundar otra colmena. Es lo que se conoce como “enjambrazón”. Nuestra colmena es una sociedad perfectamente organizada, en la que cada habitante tiene su labor definida. La función de nuestra reina es la explicada de procreación y de mantener la unión entre los habitantes de la colonia. La función de las obreras jóvenes, que están siempre dentro de la colmena, es incubar los huevos puestos por la reina, fabricar jalea real para alimentar a las larvas y a la reina, actuar de guardianas de la colmena para que no entren insectos o roedores, elaborar cera, fabricar celdillas, reparar y limpiar los panales, ventilar la colmena agitando sus alas, producir calor para las crías, etc. Las abejas tienen una vida que varía entre un mes para aquellas que nacen en verano y seis meses para las que nacen en invierno. Cuando alcanzan la edad madura pasan a desarrollar trabajos de obreras o “pecoreadoras” y tienen como función salir de la colmena en busca de polen, néctar, propoleo, melaza o agua. Cuando una abeja pecoreadora descubre un filón importante de alguna sustancia recolectable, al regresar a la colmena avisa a las demás por medio de la “danza de reclutamiento” o “danza de información” bailando en forma circular si las flores están a menos de 100 metros o en forma de ocho si están a más de 100 metros. Asimismo, con la orientación de su cuerpo indica la dirección en que se encuentra el filón. El ritmo de esta danza es más o menos rápido en función de la cantidad de sustancia descubierta y así el resto de abejas acuden en un número proporcional a la cantidad de sustancia a recolectar. Las obreras vuelan a 20 Km./h. y normalmente no se alejan más de un kilómetro de la colmena, aunque podrían llegar hasta los 3 kilómetros o incluso más, pero sólo en casos de escasez de recolección más cercana. Nosotros nos orientamos utilizando el sol como brújula, incluso cuando está nublado, ya que percibimos los rayos ultravioleta que atraviesan las nubes, por eso siempre regresamos a la colmena antes de que anochezca. Cada abeja puede transportar en su buche 40 miligramos de néctar o melaza que recolecta en menos de media hora. Una vez que termina de recolectar una flor, deposita sobre ella una sustancia denominada “repulsina” para que el resto de compañeras sepan que ya está vacía. La miel la fabricamos con la melaza que las abejas recolectan en las hojas de diversos árboles y arbustos así como del néctar que liban de las flores. Estas dos sustancias son transportadas en su buche y regurgitadas en las celdillas de la colmena. Una vez en la celdilla, la gota es succionada de nuevo por otra abeja y vuelta a echar, y así sucesivamente pasa por la boca de diversas abejas hasta que su contenido en agua está entre el 40 y el 50%. Después el líquido se deja en la celdilla durante largo tiempo para que el agua se evapore hasta que se alcanza una concentración de azúcar entre el 70 y el 80%, momento en que la celdilla es cerrada por las abejas con un opérculo de cera, operación que se denomina “operculación”. Con la celdilla cerrada, los azúcares se transforman y se produce la evolución desde la melaza o el néctar hasta la miel. Y así una y otra vamos llenando los miles de celdillas de cera que forman los panales. En cuanto a nosotros, los zánganos, después de la época de la enjambrazón las abejas nos expulsan de la colmena o nos matan. Es lo que se conoce como “la matanza de los zánganos”. Lo hacen cuando se acerca el invierno, para que no les acabemos con las provisiones durante esta estación. En definitiva, nuestra corta existencia no va más allá de 50 días. A pesar de este genocidio, nuestra función en la colmena es más importante de lo que nuestro nombre denota: incubamos huevos sustituyendo a las abejas incubadoras, contribuimos a la formación de la miel repartiendo néctar y melaza entre las abejas y algunos de nosotros, los más espabilados, fecundamos a la reina (¡a ver si tengo suerte!). Después de estas sencillas explicaciones espero que hayáis comprendido cómo es la vida en nuestra colmena, su organización, su complejidad y el trabajo que nos cuesta elaborar la exquisita miel. Por otro lado vosotros solamente nos conocéis por nuestra actividad de fabricación de miel y cera, pero lo que probablemente desconocéis es la importante labor que realizamos en la arboricultura ya que contribuimos a la polinización de la mitad de las especies vegetales existentes. Prueba de ello es que los árboles frutales son más productivos si tienen colmenas cerca ya que las abejas recolectoras aseguran una buena polinización de sus flores. Para finalizar os incluyo una serie de descripciones de términos de la jerga apícola por si os ha quedado alguna duda. POLEN: Granos microscópicos contenidos en las anteras de los estambres de las flores. NÉCTAR: líquido azucarado exudado por las flores. MELAZA: líquido azucarado producido por la secreción de determinados insectos tras filtrar la savia elaborada de algunos vegetales. PROPOLEO: Sustancia viscosa que recubre las yemas y la resina de coníferas amalgamadas. Es usado por las abejas como pegamento y en la fabricación de cera. JALEA REAL: producto de la secreción de las glándulas faríngeas y mandibulares de las abejas jóvenes. PECOREA: acción de búsqueda y recolección. CERA: sustancia segregada por las glándulas ceríferas de las obreras jóvenes, situadas entre los anillos de su abdomen. PANAL: conjunto de celdillas prismáticas hexagonales de cera. Eduardo Liébana Alonso La Voz de Salamón Nº 12. Año2005. |