PEREGRINACION A SANTIAGO |
MOTIVACION |
Para peregrinar a Santiago de Compostela, como para hacer
cualquier otra cosa, hay que estar motivado. Cuanto más, mejor. Hoy día no es
difícil motivarse para ir a Santiago. Como es natural, existen muchos tipos de
motivación: culturales, sociales, deportivas y también religiosos; o una
mezcla, a veces inconsciente, de todos ellas. Estar motivado no significa que
estés soñando, disfrutando de algo que aún no has realizado. Este puede ser un
error, porque la realidad es única y no siempre coincide con lo pretendido,
anhelado o soñado.
Quien quiera peregrinar a Santiago debe saber, sin
lugar a dudas, que está motivado; el porqué de esta motivación ya no importa
tanto.
Otro aspecto sobre el que hay que meditar, y llegado
el momento decidir, es desde dónde: desde qué punto se va a peregrinar.
Básicamente hay dos teorías: hay quien cree que el
camino debe empezar en los Pirineos y que la andadura debe ser desde allí y
otros, entre los cuales me incluyo, que pensamos que no es absolutamente
necesario partir desde aquel punto. Es más, iniciar la peregrinación desde un
lugar especial y entrañable puede llegar a ser una motivación importante para
el peregrino.
En nuestro caso, en el año 2003 peregrinamos a
Santiago desde Ciguera, en el valle del Río Dueñas, León.
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PREPARANDO EL VIAJE |
Solamente hablaremos del camino hecho a pie. Sin embargo, no es difícil extrapolar y sacar algunas ideas, iniciales por supuesto, para imaginar lo que sería hacerlo en bicicleta o a caballo. Muchos aspectos son comunes. Pero vayamos al grano.
El camino se puede programar para hacerlo en más o
menos tiempo, en más o menos días, en definitiva, con menor o mayor prisa, pero
no es conveniente hacer un programa ni rápido, ni apretado, ni intenso. Al
final (y en los intermedios) resulta asfixiante, no lo resiste nadie y pasa
factura.
Para peregrinar a Santiago es necesario disponer de
unos cuantos días libres; bastantes. Ya sé que no todo el mundo tiene esa
disponibilidad, esto es una verdad incuestionable, pero es necesario decirlo
antes de seguir adelante.
Para tener una idea reseñar que nosotros empleamos
16 días naturales para ir de Ciguera a Santiago de Compostela.
Esta necesidad de disponer de un tiempo razonable no
es por si misma una condición insalvable, porque hay quien hace el Camino en
etapas, es decir, un tramo en una época, otro tramo en la siguiente, etc. Sin
embargo, considero mejor hacerlo seguido, ya que no se pierde la concentración,
física y espiritual, que da la continuidad. En todas las épocas del año se peregrina a Santiago, no hay más que mirar y ver. No obstante, el hecho de disponer de mejor tiempo atmosférico y más horas de luz, aconseja hacerlo a finales de la primavera o principios del verano. Para ser más concreto, los meses de mayo, junio, julio y agosto son muy apropiados.
En nuestro peregrinaje, arrancamos de Ciguera a
finales de mayo, era primavera y el Cu-Cu nos acompañó en todo momento. Día a
día le vas escuchando, te vas acostumbrando y al final reclamas su presencia
como un compañero más.
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SOLO O EN COMPAÑIA |
He mencionado la palabra “compañero” y este también
es un punto a considerar. Hay quien peregrina solo. Todavía más: hay mucha
gente que peregrina sola. Extranjeros y nacionales. Mayores y jóvenes. Hombres
y mujeres. No representa ninguna rareza hacer el Camino solo.
De nuestro peregrinaje recuerdo a Montserrat,
catalana, de 74 años, que caminaba en sandalias; a la joven inglesa que la
primera vez que nos encontramos estaba sentada en la orilla del camino,
pensativa, con los pies descubiertos al aire, mirándose los parches. A los
sucesivos brasileños: Lucio, Silvio y aquel rubio que en Astorga nos confesó
que había tomado el autobús porque ya no podía más. A Míleny, brasileña de
Bahía, con quien “falaba” en portugués y que no encontraba a su tía desde
Ponferrada. A la joven catalana, que en O Cebreiro aceptó las sandalias que le
prestó nuestro compañero Lisardo, pues estaba calada y no tenia nada seco que
ponerse, y un largo etc.
Peregrinar en grupo es la otra alternativa. Pero que
quede claro: ir en grupo exige poner en práctica unas características, unas
capacidades de convivencia que al peregrino en solitario, en principio, no le
afectan, ni le perturban en la misma medida.
Es fácil comprender que el que camina solo tiene
mayor autonomía para organizarse y decidir: ahora ando, aquí me paro, hoy
duermo más, después arreo, etc, etc. También tiene sus problemas: mayor soledad
y menor apoyo. Pero en el Camino hay mucha voluntariedad y compañerismo.
En grupo es otro cantar, hay que convivir, hay que
hacer labor de equipo, hay que estar “vacunado” contra el individualismo. Es
necesario saber que se pasan muchas horas al día juntos, durante muchos días y
que, probablemente, para estas personas sea la primera vez que conviven por un
espacio de tiempo tan prolongado. El respeto mutuo, la tolerancia, el buen
talante en momentos de cansancio son valores muy difíciles de garantizar. Y
estas dificultades hay que prevenirlas.
Desde el primer día es necesario establecer un
tiempo “libre” para que cada cual haga lo que quiera. El mejor momento suele
ser después de comer. Unos a la siesta, otros a lavar, secar, leer, escribir,
pasear o jugar a las cartas. Lo que sea pero con entera libertad. Se marca una
hora de encuentro y listo.
Particularmente soy partidario del grupo, me encuentro
más a gusto. Pero el grupo no puede ser excesivo. Cuatro personas es un
conjunto bien dimensionado. No son muchas personas para pernoctar en el mismo
albergue, se desdoblan bien para caminar en parejas y es un buen número para
jugar a las cartas.
Nuestro grupo no fue de cuatro, sino de cinco
personas: mi hermano Román, Jose, Gonzalo, Lisardo y yo. Se podía decir que
éramos dos grupos en uno: Román y yo (los hermanos) y Jose, Gonzalo y Lisardo
(los de Toreno, compañeros de muchas batallas que da gusto escucharlas).
Gonzalo, Jose, y yo nos conocíamos y éramos (somos)
amigos. A Lisardo le conocí cuando se incorporó al grupo en Ponferrada. Román
no conocía ni a Gonzalo ni, por supuesto, a Lisardo (con quien acabó con una
gran amistad; se compenetraban y comprendían: algo especial). Román conocía a
Jose, pero superficialmente, casi de vista.
En este contexto, hacíamos de puente entre los dos
grupos: Jose, Gonzalo, y yo, quedando en
los extremos Lisardo y Román. Debo decir que fue una buena experiencia humana,
inolvidable.
Tuvimos, como es natural, nuestros momentos de
discusión y opiniones encontradas, pero se superaron ampliamente. Una de ellas
fue cuando llegamos a Mansilla de las Mulas y nos acercamos al albergue a
sellar las Credenciales. Allí, el hospitalero nos informa que el albergue ha
estado lleno, que incluso algunos de los peregrinos han tenido que dormir en el
suelo y comienza la discusión: Gonzalo opina que deberíamos madrugar más o
caminar por las tardes, para así sobrepasar a los que pudieran ir por delante,
o no dejarnos coger por los que vinieran por detrás, para, evidentemente,
garantizarnos las camas en el albergue.
Esta propuesta rompía la estrategia que habíamos
acordado antes de salir: “Que sólo caminaríamos por las mañanas y no madrugaríamos
más de lo que la etapa nos exigiera para llegar a comer al albergue previsto”.
Jose no está de acuerdo con Gonzalo y expone que las etapas hay que
considerarlas como una rueda, cíclicas, y que, hagamos lo que hagamos, siempre
tendremos gente por delante y también por detrás, por lo que no deberíamos
cambiar lo que habíamos planeado.
Román por el contrario es partidario de andar más y
más deprisa (esta opinión la manifestará en más ocasiones); por mi parte, estoy
con Jose: hacer lo programado. Al final llegamos al acuerdo de caminar a
nuestro ritmo y según lo planeado (Lisardo aún no se había incorporado al
grupo). Otra situación conflictiva se nos presentó en la etapa Palas de Rei – Arzua. En un momento dado del trayecto, caminando por la carretera y después de varias entradas y salidas en pequeños pueblos (siguiendo las indicaciones del Camino), Román ya está hasta el gorro de entrar y salir en estos pueblos, que en su opinión no hacen mas que retrasar y se va solo por la carretera, sin que se le pueda convencer para caminar juntos. Pero en esta ocasión el Camino no entra y sale rápidamente, sino que va profundizando en el monte, alejándose cada vez más de la carretera y durante bastante tiempo y camino no sabemos, no hay forma de saber, pues Román no lleva móvil, si va por delante o si va por detrás. Lisardo cree que va por detrás porque estima que el camino ha recortado el monte y en cambio la carretera lo circunvala. Al final Lisardo es quien tiene razón y antes de llegar a Melide aparece Román acompañado de una peregrina extranjera.
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COSAS NECESARIAS: EL EQUIPAJE |
Es necesario proveerse de las Credenciales. Cada
peregrino debe llevar consigo su Credencial que le acredita como tal. Se
adquieren en los Centros de Amigos del Camino de Santiago, en algunos albergues
importantes del Camino (nosotros las conseguimos en el de Ponferrada) y en
centros eclesiásticos.
En la Credencial se facilitan los datos personales
del peregrino y es donde se van plasmando los diversos sellos de los hitos del
Camino. En los albergues es imprescindible presentar la Credencial para poder
pernoctar. La Credencial se va enriqueciendo con los sellos que se acuñan en
Iglesias, Monasterios, Conventos; también, en Ayuntamientos y otros puntos que
el peregrino considera de interés.
No conviene frivolizar, no se puede olvidar que la
esencia del Camino es religiosa. Los sellos ilustran y recuerdan los hitos del
Camino. Son imprescindibles los sellos de partida y llegada.
El último y más importante, se obtiene en la Oficina
del Peregrino, en Santiago de Compostela. Allí es donde se consigue la
Compostelana, que es un diploma individual, donde se acredita que has
peregrinado a pie, por una distancia superior a 100 Km. (desde Ciguera suman,
según nuestras notas, 411 Km.).
También son imprescindibles los siguientes
documentos: el DNI, la Cartilla o Tarjeta de la Seguridad Social y mejor que dinero en metálico, una tarjeta
Visa o similar. Recordar que el Camino pasa por numerosas poblaciones donde no faltan las entidades bancarias más
habituales. Estos documentos deben llevarse encima en todo momento y bien
protegidos contra las mojaduras. Nada de dejarlos en la mochila.
Una solución habitual entre los peregrinos es llevar
a la cintura una riñonera grande, inseparable, donde se guardan los documentos
personales, la guía de consulta y los objetos valiosos.
La forma de saberlo es sencilla: Te vistes
completamente, con botas y todo. Te subes a la báscula (sirve una de baño);
primero con la mochila completamente cargada y a continuación sin ella. La
diferencia te dará el peso que llevas. Si tu mochila supera ese famoso 10%
(suele ser lo normal), tienes que suprimir peso. Creeme, repasa tu lista y
suprime sin miedo. Ajustar lo más posible el peso de la mochila es vital para
el Camino.
Después de comer nos comunica que no va a seguir,
que no puede con la mochila, que los pies los tiene magullados, doloridos,
hechos polvo y que lo había pensado detenidamente. Fue una pena, pero estaba
decidido de forma irrevocable.
En esta misma jornada, Jose resultó con una
inflamación del tendón de Aquiles en uno de los pies y yo con una ampolla en el
dedo gordo del pie derecho. Es aquí donde Gonzalo se define como el cirujano
del grupo. A lo largo del camino su titulación se irá enriqueciendo:
veterinario, curandero, etc.
La mochila, debe ser de buena calidad, con
abrochaduras que se adapten bien al cuerpo, sujeta en pecho y cintura,
suficientemente rígida para que no se desplace la carga hacia abajo y con
cintas anchas para minimizar la presión sobre los hombros. En una palabra: una
mochila buena. Aquí no vale escatimar. La vas a llevar a cuestas todo el viaje.
No conviene que sea excesivamente grande, con 60
litros esta bien (yo llevé una de 45 litros y anduve muy justo). Ya sabes que
si tienes espacio libre la vas a llenar o te la van a llenar. Te recomiendo la
siguiente lista de objetos para el Camino:
-
Saco de dormir lo más liviano posible (en los albergues no hace frío,
solamente es por higiene).
-
2 pantalones cortos, fuertes y de color sufrido.
-
Chubasquero y mejor aún, una capa de las que cubren la mochila (en
Galicia llueve y en León también).
-
3 sudaderas de colores alegres.
-
3 unidades de ropa interior.
-
Chándal, para el frío de las mañanas, para las tardes, para pasear,
etc., etc.
-
3 pares de calcetines para las botas. Con la punta y talón reforzados,
sin costuras. Calcetines de buena calidad (los venden en las tiendas de deporte
de montaña).
-
Chaleco de cremallera tipo montaña (son muy prácticos, poco peso y
abrigan mucho)
-
Pinzas para colgar la ropa en los tendederos de los albergues e
imperdibles para prender en la mochila alguna ropa que no se acaba de secar.
-
Jabón que debe servir para dos funciones: asearse y lavar la ropa.
-
Los objetos de higiene personal (los que tengan que afeitarse ya
saben).
-
Navaja multiuso (tipo Victorinox); cuchara y tenedor. - Linterna. Aconsejo una de colocar en al cabeza, tipo espeleólogo, te deja las manos libres y es muy cómoda de orientar.
-
Visera o sombrero (hay que llevar algo para defenderse del sol)
-
Como toalla existen unos paños esponjosos muy absorbentes y de poco
peso (los venden en tiendas de deportes).
-
Polvos antisudor, antiolor, antisépticos y crema; todo ello para los
pies. No hay que olvidar que el cuidado de los pies es prioritario, incluyendo
las uñas, que deben estar recortadas.
Un cayado o bastón es una herramienta de apoyo que
ayuda al peregrino. Otros, prefieren tener las manos libres y caminar despreocupados de su custodia, pero en mi
caso y por propia experiencia prefiero la ayuda.
En el Camino me caí dos veces, una a la salida de
Villafranca y otra al principio de la etapa Arzua – Monte do Gozo. En ambas me
golpeé las rodillas. Gracias a Dios, los golpes fueron leves y Gonzalo, nuestro
curandero, los pudo dulcificar y pude continuar.
Según Lisardo, de haber llevado un cayado hubiera
tenido mayor estabilidad y, quizás, no me hubiera caído. Creo que tiene razón,
el peso de la mochila modifica el centro de gravedad del cuerpo y es más fácil
tropezar y caer.
Lisardo es fabricante de cayados para peregrinos,
por lo que su opinión es autorizada. Cuando se presentó en Ponferrada venía
apoyado en un báculo excepcional, hecho
a mano. Posteriormente, en la visita que hicimos al Monasterio de Samos, el
padre Agustín, portero del monasterio, maravillado por el cayado, le hizo una
ventajosa oferta de compra, ¡y mira tú si el padre Agustín ha podido ver
bastones de peregrino! Lisardo sólo consintió en sacarse una fotografía que
enviamos como recuerdo al Monasterio. El cayado llegó a Santiago y ahora, una
vez bendito, descansa en su casa de Toreno.
Es necesario un Botiquín para el grupo, conteniendo
lo siguiente:
-
Un par de vendas grandes, para sujetar tobillos, etc.
-
Gasas y cinta adhesiva fuerte para tapar las bojas, ampollas o vejigas
una vez desinfectadas.
-
jeringuillas hipodérmicas, del tipo desechable, para extraer el líquido
de las ampollas e inyectar el desinfectante.
-
Pastillas contra la diarrea. Lo mejor es consultar con un farmacéutico o médico con quien se tenga confianza, hacer una lista y meterlo todo en una bolsa que llevará el enfermero del grupo, es decir, alguien del grupo tiene que hacerse cargo de la función de enfermero. En nuestra experiencia Gonzalo lo hizo de maravilla. En la etapa de Villafranca del Bierzo a O Cebreiro, etapa dura donde las haya, Gonzalo, además de atendernos a Lisardo y a mí, tuvo que intervenir a un peregrino del grupo de los vascos, que llevaba una boja en mal estado. Incluso les facilitó una jeringuilla que, como nos dirán en una de las etapas posteriores, ha servido para curar a otros peregrinos necesitados.
Resulta superfluo llevar cantimplora, aunque pueda
parecer apropiado o típico, porque pesa mucho y es incómoda para llevarla,
además se calienta y en el Camino no faltan fuentes y establecimientos donde
saciar la sed. Jose y Gonzalo se desprendieron de sus cantimploras de litro (de
kilo) en Rabanal del Camino. Después de 160 Km. de llevarlas a cuestas. Todo
aquello que pesa y no tiene una función necesaria, es superfluo y debe
desecharse.
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ENTRENAMIENTO |
No olvidad la mochila. Resulta engorroso entrenarse
con mochila pero es conveniente. No digo llevarla todos los días, pero alguna
vez habrá que cargar con ella, aunque sólo sea para saber lo que pesa.
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PROGRAMACIÓN DE LAS ETAPAS |
Programar las etapas es una tarea imprescindible.
Existe mucha información, fácil de conseguir, donde te puedes apoyar. El
Consorcio “Patronato Provincial de Turismo de León” publica una guía del Camino
en la provincia de León muy interesante: manejable, liviana y con mucha
información útil.
En esta guía el trazado en la provincia esta
dividido en 9 etapas que nosotros prácticamente hemos seguido a partir de
Villadangos del Páramo. Saliendo de Ciguera las etapas fueron:
1ª- Ciguera - Cistierna (26 Km.),
2ª- Cistierna - Quintana de Rueda (29 Km.)
3ª- Quintana - Arcahueja (26,5 Km.)
4ª- Arcahueja - Villadangos (29 Km.)
Creemos que en esta primera parte del Camino
programamos unas etapas excesivamente largas. Tal vez una etapa mas,
intermedia, incluyendo a Mansilla de las
Mulas, por ejemplo, hubiera sido mejor.
Puede resultar de interés para esta primera parte
del trazado consultar la guía “Ruta Vadiniense” que publica la Asociación de
Amigos del Camino de Santiago en colaboración con el Grupo de Acción Local
Montaña de Riaño.
5ª-Villadangos - Astorga (29 Km.)
6ª- Astorga - Rabanal del Camino (21 Km.)
7ª- Rabanal - Molinaseca (29,5 Km.)
8ª- Molinaseca - Villafranca del Bierzo (31,5 Km.),
9ª- Villafranca - O Cebreiro (31 Km.)
En Laguna de Castilla, último pueblo de la provincia
rayando con Galicia, termina la información de la guía del Camino de Santiago
en León. Por otra parte, el albergue de Laguna suele estar cerrado hasta el
verano.
En Galicia el Camino se concentra y ramifica a la
vez, con profusión de albergues, por lo que se dispone de muchas opciones de
programación. En el tramo gallego, nuestras etapas fueron:
10ª - O Cebreiro – Triacastela (22 Km.)
11ª- Triacastela – Sarria (24,5 Km.)
12ª- Sarria – Portomarín (22 Km.)
13ª- Portomarín – Palas de Rei (25 Km.)
14ª Palas – Arzua (28,5 Km.)
15ª- Arzua- Monte do Gozo (32,5 Km.)
16ª- Monte do Gozo – Santiago de Compostela (4 Km.). Todo el mundo recomienda pernoctar en los albergues del Monte do Gozo, como etapa previa a la entrada en Santiago de Compostela. Estos albergues conforman un gran complejo, moderno, de atención al peregrino, formado por un conjunto de pabellones con literas (en total 800 plazas) y otras instalaciones como restaurante, cafetería, tiendas de artículos de regalo, cabinas telefónicas, etc. |
ORGANIZACIÓN DEL DÍA A DÍA |
A simple vista parece que una vez iniciado el Camino
y dado el primer paso, solo hay que dejarse llevar y ya está. Nada más lejos de
la realidad. Nosotros tuvimos la suerte de contar con Jose y Gonzalo que son
personas con mucha experiencia en este tipo de convivencias.
Levantarse, asearse, vestirse, preparar la mochila, ocupar
las literas, ducharse, lavar la ropa, secarla, recogerla, etc. etc., son
actividades que requieren disciplina y organización.
Gonzalo y Jose consiguieron
que todos funcionásemos como un reloj suizo.
Decidimos, de forma general, madrugar (entre las 6 y las 7 horas) para
llegar al albergue antes de comer, con tiempo para asearnos, recoger y salir al
restaurante. Por la tarde, con mayor libertad, lavar y secar, salir de visitas
y compras y disponer de algún espacio para el tiempo libre.
Cada día acordábamos la hora conveniente para salir.
Era responsabilidad de cada cual cumplir con los horarios, siendo respetuoso
con el resto de peregrinos del albergue: no meter ruidos, no encender las luces
generales, etc. Cosas de sentido común.
A medida que nos agrupábamos para salir, después de
recoger y antes de echar la última mirada, comíamos algunas frutas (los más
rezagados lo hacíamos andando). Cuando teníamos dominada, más o menos, la mitad
del recorrido, (entre las 9 y las 10 horas) parábamos a desayunar: abajo las
mochilas y la alegría y el buen humor se hacían un hueco entre nosotros.
El desayuno habitual consistía en un café con leche
grande, con tostadas o magdalenas. En Melide, en el de trayecto de Palas de Rei a Arzua, fue una excepción, allí
desayunamos unos tazones de chocolate con churros recién hechos y en
abundancia. Una delicia.
Normalmente llegábamos de los primeros al albergue,
igual demasiado pronto, ya que en este tema cosechamos algunas vivencias. Por
ejemplo, en Astorga, el Camino entra en la ciudad por un extremo y el Albergue
Municipal esta en el otro, en lo alto de la ciudad. Recorrer este último tramo,
cuesta arriba, se nos hizo penoso: ya no caminamos, simplemente nos
arrastramos. Preguntamos en varios puntos de la ciudad por el albergue, pero,
seguramente por el cansancio, no conseguíamos entender bien las indicaciones y
cuando por fin lo encontramos, la peregrina inglesa nos dice que no abre hasta
las 13,30 horas. Estábamos cansados y no podíamos comprender que no estuviera
abierto. Pero era así: echamos las mochilas al suelo y a esperar.
En Molinaseca, una situación similar, llegamos mal,
con los pies recalcados por la bajada desde la Cruz de Ferro. El Albergue
Municipal también esta al otro lado del pueblo. Ni siquiera paramos en alguno
de los bares al atravesar la Calle Real, solo queríamos llegar y quitarnos las
botas.
Llegamos pero la puerta estaba cerrada. Observamos
un papel con un número de teléfono para llamar al Hospitalero. Conectamos con
el, llega y abre el albergue a las 13,30 horas. Más de lo mismo nos ocurrió en
Triacastela.
Una vez que entras en el albergue comienza una
rutina: primero es presentar las Credenciales para obtener el sello del mismo,
a continuación hay que pagar un donativo de 3 ó 4€, dependiendo del albergue y
de los servicios que dispone (en los albergues gallegos no es obligatorio
pagar, pero acordamos seguir aportando un donativo de 3€). Seguido ocupar tu
litera dejando la mochila sobre ella y, sin perder mucho tiempo, a la ducha,
para tratar de no quedarte sin agua caliente. A partir de aquí el ritmo se
ralentiza, vestirse con la ropa de calle, recoger la ropa de lavar y acordar la
hora de salir a comer.
En el albergue de Molinaseca y como consecuencia
directa del cansancio y las prisas por acabar las labores antes de comer, vamos
rápidamente en busca de la lavadora automática, metemos la ropa, el detergente
y las monedas para ponerla en marcha. Observamos que comienza a girar pero no
vemos salir el agua. Miramos a ver si esta cerrado el grifo y no lo
encontramos. Nos hacemos de cruces.
¿Como es posible una lavadora que trabaje sin agua?
-Nos preguntamos. Ya estamos a punto de llamar al hospitalero, cuando
descubrimos que se trata de una secadora, la lavadora estaba al lado. No, las
prisas no son buenas consejeras.
Algunos albergues tienen cocina, con su menaje y
mesas para comer, donde los peregrinos que lo deseen pueden preparar su comida.
Nosotros no hicimos uso de estas facilidades. Habíamos decidido desde el
principio ir a comer de restaurante. En las poblaciones asociadas al Camino
existe un Menú del Peregrino, muy similar al Menú del Día, que en nuestra
opinión es suficiente y cuyo precio oscila entre 7 y 8 €. Sin excepciones,
comimos bien en todos los sitios, seguramente por el apetito que llevábamos
después de recorrer la etapa. El menú que más veces repetimos fue churrasco de
ternera y ensaladilla rusa.
En Santiago de Compostela, el lugar mas concurrido
por los peregrinos es el Restaurante Manolo. Otros puntos para recordar son: En
Villadangos, la bodega El Valle; en Molinaseca, el restaurante El Palacio; el
Nacho en Villafranca del Bierzo, el Carolo en O Cebreiro, el Vilarino en Palas
de Rei y el Suso en el Monte do Gozo.
Por las tardes hacíamos las compras de comestibles
para la cena y el arranque matinal: frutas del tiempo, queso, membrillo, frutos
secos, galletas y chocolate. En el capitulo de las bebidas: vino para la cena y
líquidos “endrogados” para el recorrido de la etapa (Red Bull, Powerade,
Gatorade, etc.) por cierto, que resultaron muy eficaces.
Recomiendo que se nombre un tesorero del grupo para
que se haga cargo del pago de todos los gastos de manutención, alojamiento y
varios que se puedan producir. En nuestra experiencia Jose fue el encargado. Lo
hizo de nota. Reclamaba las sucesivas derramas, pagaba religiosamente mientras
los demás nos desentendíamos y, para colmo, nos entregó un resumen económico.
¡Que más puede pedirse!
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SITUACIONES ESPECIALES |
Según la guía de la ruta Vadiniense, una Calzada Romana que nos conduce durante
algunos kilómetros por donde pasaron cántabros y vadinienses, soldados romanos,
mercaderes medievales y caballeros. No sería un fraude agregar: y montañeses a Tierra de Campos para
intercambiar sus productos artesanales por cereales y vino. En algunos
tramos del recorrido, espectaculares desde el punto de vista turístico, te
sorprende la importancia de los trabajos que tuvieron que ser realizados para
salvar escobios y sierras.
En Rabanal del Camino, Román cumplió 68 años. Román
es el veterano del grupo y quien mejor ha aguantado las dificultades físicas
del Camino, sin ampollas, ni caídas, ni nada de nada. En la etapa con final en
O Cebreiro, subiendo las últimas cuestas después de La Faba, lloviendo sin
descanso, Román, Gonzalo y Lisardo van por delante, Jose y yo vamos rezagados.
Gonzalo nos espera, Lisardo cede, pero Román sigue y va con tanto ímpetu, que
incluso sobrepasa andando a unos peregrinos que iban en bicicleta. Tal es el
pundonor deportivo de mi hermano. Resultó el peregrino más competitivo del
grupo.
Este mismo ambiente de abandono y desolación se
respira en el largo descenso que desde la Cruz de Ferro nos lleva hasta la hoya
del Bierzo. Bajando por aquellas veredas en fuerte pendiente, la mayoría de
ellas no aptas para carros, no es difícil comprender el aislamiento en que han
vivido estos habitantes de las montañas. Estas veredas fueron durante
muchísimos años las únicas comunicaciones entre las montañas de la Maragatería
y las tierras llanas del Bierzo.
El albergue dispone de radiadores eléctricos, pero
la red que los alimenta estaba desconectada. Ante esta situación, nos cambiamos
y salimos a la calle para encontrar algún sitio donde comer y secar, cuando
menos, las botas. Después de dos o tres intentos damos con el restaurante
Carolo, que tiene la chimenea encendida, y allí nos quedamos a comer;
previamente colocamos las botas delante del fuego.
Por la tarde Gonzalo consigue que enciendan los
radiadores del albergue y ponemos a secar toda la ropa. Es en esta situación
cuando Lisardo le cede las sandalias a la joven catalana que no tiene nada para
ponerse. Por causas inexplicables los dos calzan el 39 ¿sería el azar o cosas
de lo alto? Poco antes de dormir la joven catalana devuelve las sandalias y,
una vez todos acostados, parece que vuelve el buen humor al grupo y como niños
bien aprendidos rezamos en voz alta nuestras oraciones: “con Dios me acuesto,
con Dios me levanto…”, “cuatro esquinitas tiene mi cama…”, “ángel de la Guarda,
dulce compañía…” que hacen estallar en risas, y ¡qué risas! a la joven
catalana.
Otro punto que me sorprendió fue el Monasterio de
Samos. Desde el exterior se ve descomunal, lo conforman varios edificios que se
van adosando en diferentes direcciones haciendo que la planta del monasterio
sea inmensa. Si quieres sacar una fotografía del conjunto observas que no
entra. Más de 10.000 metros cuadrados construidos, dos Claustros, una Iglesia y
diferentes edificios ahora más desocupadas que en el pasado. Hoy día tan sólo 8
Padres Benedictinos atienden el extraordinario complejo monacal. En la Portería
del Monasterio, el Padre Agustín nos acuñó uno de los sellos más impresionantes
del Camino: a imagen y semejanza del Monasterio.
Y, finalmente, Santiago de Compostela, donde te
impresionan la majestuosidad y solemnidad del conjunto monumental: la Catedral,
el Monasterio de San Martín, el Hostal Reis Católicos, la Praza do Obradoiro,
donde el ruido ronco e imponente de las campanas te estremece. Además, el
bullicio y alegría de los peregrinos, el propio hecho de culminar el Camino, el
de abrazar al Apóstol.
Santiago representa el punto final, donde el
peregrino se estremece, involuntariamente, y comprende que la aventura ha
concluido, ha terminado.
Sin embargo, aquí y ahora, ha llegado también el
momento de valorar internamente lo que a cada uno nos ha supuesto esta
peregrinación. Entre otras conclusiones, propias de cada cual, espero que
represente para todos un recuerdo vital e inolvidable y nos de esa clase de
experiencia que nos sirva para ser menos temerosos y mas confiados, menos
metidos en nosotros mismos y mas abiertos a la gente, en fin, una experiencia
humana enriquecedora.
¡Buen Camino Peregrino!
Sin más, un fuerte abrazo a todos los peregrinos que
compartimos en el Camino aquellos momentos difíciles, momentos de silencio,
momentos duros, penosos, pero también, y por encima de ellos, aquellos buenos
ratos, situaciones anecdóticas, dicharacheras y alegres que disfrutamos juntos.
Solo me resta decir, al contrario que en el cine,
que todas las situaciones y personajes de este relato son reales, tan reales
como el propio Camino. Finalmente si alguno de mis compañeros se ha sentido
ofendido o lastimado o, simplemente, mal interpretado, le pido disculpas y que
le eche la culpa más a mi torpeza o falta de habilidad que a la intención de
molestar.
Plentzia, 5 de Enero de 2005
Luis Manuel Eguía
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La Voz de Salamón Nº 12. Año2005. |