XX ANIVERSARIO (II): 9 pueblos, 1 comarca, cientos de vivencias.

     Sobre la construcción del pantano de Riaño en los tiempos de la dictadura franquista, sobre su cierre decidido por un prepotente gobierno del PSOE, sobre la destrucción de los pueblos ocupados por el vaso del pantano, sobre la barbarie y lucha final en los tejados de Riaño en el verano de 1987, está todo dicho y escrito.

      Esta página solo pretende ser un recuerdo y un homenaje a todo aquello que ya sólo existe en  la memoria de quienes tuvimos la suerte de conocerlo.

     Las fotografías están tomadas en su totalidad de diversas páginas de internet que he procurado citar.

 PAISAJES DEL AYER

HUELDE

El primer pueblo anegado por las aguas del Esla mantuvo históricamente una estrecha relación con Salamón y los demás pueblos del Valle del Río Dueñas. Al igual que dichos pueblos perteneció durante toda la Edad Media al  Real Concejo de Aleón, anexionado al tercio de abajo junto a Las Salas y Salamón, mientras el tercio de arriba lo componían Lois, Ciguera y Valbuena. Esta proximidad hizo que existiesen numerosas relaciones familiares entre todos estos pueblos.

 

ANCILES

 

RIAÑO

El pueblo emblemático de la Montaña. Convertido en cabeza de partido judicial prosperó como principal núcleo de la comarca y centro de referencia en un amplio radio que excedía los límites provinciales.

Se convirtió en el centro y símbolo de la resistencia frente al pantano.

 

LA PUERTA

 

ESCARO

 

BURÓN

 

VEGACERNERJA

 

SALIO

 

PEDROSA DEL REY

 

MAS PAISAJES

Anciles
 
Vegaceneja vista desde el Pontón
 

 

Escaro y el valle de Burón

 

 La mayor parte de estas imágenes proceden de:  Portal Fuenterrebollo
 

PAISAJES DE UNA BATALLA PERDIDA

 
 
   Fotos tomadas de: Revista Comarcal.

 

 

 

 
Fotos tomadas de: Una hestoria que se repite
 

PAISAJES DE HOY

 

Arriba es como abajo. Y lo es porque las aguas transparentes del pantano reflejan los picos con una exactitud enfermiza. Pero antes no era así. Antes de que Riaño fuese sepultado por un artificial mar muerto- inútil, como tantas otras cosas- las montañas parecían el doble de altas, y se reflejaban en pequeños guiños impresionistas sobre las cantarinas aguas del río Esla, donde mi tío Ángel mataba truchas y salmones de una certera pedrada en la cabeza. Un tío que en realidad no lo era, pero en aquella aldea en las inmediaciones de Riaño todos andábamos emparentados, y el que no era Villarroel de primer apellido llevaba la V en el vagón de cola. Todos primos, tíos, hermanos.

Linda, la perrilla del tío Ángel, recogía los peces con una habilidad asombrosa. En verano, de más está decir que cenábamos truchas todas las noches. Y de postre, fresas o higos del sombrío huerto de mi abuela. Ahora arriba es como abajo, y si hay vida no lo parece. Lo que sí parece es que la vida quedó atrás, congelada en el tiempo o sepultada por cientos de metros cúbicos de agua, junto al campanario fantasma de la iglesia, la plaza de la bolera y el estanco de Paco "El orejas". Un pueblo fantasma al más puro estilo Lovecraft: la gente ha cambiado el carro de bueyes por las Zodiacs, y los nuevos Villarroel ya no son rubios ni dicen "la mi casa", pues sus padres se casaron con jacarandosas cubanas, colombianas, forasteras.

En los Picos de mi infancia los chavales se llamaban León, Alejandrino, Adelfo, Cornelio y Cipriano (por los patronos), Toñín o Balbino. Ahora se llaman Johnattan.

Hay sitios a los que no es posible volver, y por eso pienso que morir es algo que vamos haciendo poco a poco. A medida que vamos cerrando puertas, clausurando etapas, que dejamos atrás sitios que se borran del mapa mucho antes que nosotros. Cartografías del recuerdo, asesinatos por etapas. Sólo las fotos me quedan, fotos que apuntalan los recuerdos, que sirven para comparar, para saber que una vez existió lo que ya sólo se dibuja, temblorosamente, en la cabeza. Yo no puedo volver a Riaño, sumergido bajo el pantano, y tampoco puedo volver a casa de mi abuela, la misma mujer que me cedió el nombre y unas cuantas sortijas de oro y azabache. La casa de Horcadas la heredaron mis primos, y donde antes hubo una leñera ahora hay un jacuzzi; donde hubo cuadras y vacas se guardan flamantes motos, y donde antes fresales, ahora cemento.

No puedo volver a ese pueblo del mismo modo en que no puedo volver al Bilbao que abandoné hace veinte años. Ese Bilbao ya no existe, y una enorme alcachofa de titanio ha surgido de las aguas para reclamo de unos turistas que llegan, la fotografían y se largan. Y no puedo volver porque, quizá, tampoco yo soy la que era y el retorno sea un fraude, una ilusión, una quimera.

Tomado de: Inés Matute              

 

 PAISAJES SOÑADOS

 

No creo que me equivoque mucho al decir que la desaparición de este muro de hormigón ha sido una de las ensoñaciones que más se han repetido entre las personas de La Montaña.

Sin embargo los sueños, sueños son; y como tal hay que tomarlos.  La vida sigue y nos demuestra que los sueños de hoy son las realidades de mañana.

 
M.A.D.            Salamón 28/12/2007

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